Cuando se presentó ante mí la grata tarea de conmemorar los 450 años de la creación por S. Pio V de la Universidad Pontificia de Orihuela, pensé́ que una opción digna de tan importante efemérides era la realización de un Congreso diocesano sobre Educación.
Este acontecimiento congresual tiene valor especialmente en las presentes circunstancias históricas, y viene a resaltar la centralidad de la educación precisamente en tiempos como los nuestros.
También con este Congreso mostramos nuestra coherencia con la historia de nuestra Iglesia, que hace 450 años ponía en pie aquí́ mismo toda una Universidad, y que, a muy pocos años de haber creado la Diócesis de Orihuela, creaba una institución para formar a las personas llamadas a servir a la Iglesia y a la sociedad.
Esta acción fundacional entraba de forma plena en la lógica de la pastoral de la Iglesia, rica a lo largo de los siglos en instituciones y personas comprometidas en la educación. De diversas maneras y en distintas épocas, la Iglesia católica ha sido eminente promotora de escuelas y universidades en distintas partes del mundo. Dentro del espíritu cristiano hay un dinamismo educador muy profundo, que nace de la más honda y autentica caridad, y hace que a lo largo de la historia alrededor de cualquier institución católica, incluso las que tienen como centro aislarse del mundo –monasterios y conventos-, aparezcan bien pronto bibliotecas y escuelas.
Debido a la importancia de la educación para la formación y el desarrollo de toda la persona, cada iglesia y cada misión promovió́ mediaciones educativas, para formar a todos, sin distinción. Y además, servir, de modo preferente, a los más desfavorecidos y menos privilegiados, algo que ha venido siendo central en la misión de la educación católica. Por otra parte, durante siglos, los colegios católicos han sido vitales para la integración social; y enteras órdenes y congregaciones religiosas se fundaron para formar a la infancia y la juventud, y de su benemérito trabajo la sociedad se ha beneficiado siempre. Actualmente, en las nuevas congregaciones y movimientos eclesiales nos resulta difícil no ver esa vena educadora; sigue de diversas maneras bien viva, como si fuera connatural con el ser verdaderamente apóstol, connatural a la autentica caridad y a la misión que a todos los bautizados, siempre, nos afecta: evangelizar. Las paredes del magnifico edificio de Santo Domingo de Orihuela dan testimonio de ese «instinto» y compromiso eclesial que ha continuado más allá́ de la pervivencia de la institución universitaria como tal, pues han seguido albergando entre ellas diversas modalidades educativas hasta el presente, hasta nuestros días. Pervivencia que encarna el actual Colegio diocesano Santo Domingo; Colegio que unido a los otros Colegios diocesanos y a los sostenidos por Congregaciones religiosas diversas, agrupados en Escuela Católica, expresan bien claramente en nuestro presente el esfuerzo y el compromiso fuerte de la Iglesia por la Educación.
El Congreso tendrá́ como lema: «En el camino de una alianza: Ciencia y Fe»; y su celebración se va a desarrollar en dos partes: una primera parte, dedicada a los «Fundamentos de la educación», a la que dedicamos las tardes del 26 y 27 septiembre y en la que se cuenta con representación del mundo de la educación tanto de la Santa Sede como de la Conferencia Episcopal Española; y una segunda parte, dedicada a la «Aplicabilidad del pensamiento católico en los itinerarios educativos», a desarrollar los días 13, 14 y 15 de febrero de 2020, Dios mediante, y que será́ espacio privilegiado de comunicación no solo de saberes e ideas sino, especialmente, de experiencias e iniciativas de personas implicadas en el rico mundo de la educación, y no solo de expertos y profesionales de la docencia, sino también de personas comprometidas en la educación integral de nuestros niños y jóvenes en las familias y las comunidades cristianas. Pido a Dios que el Congreso que vamos a realizar en nuestra Diócesis sea espacio que transmita, además de ideas y propuestas de aplicación en lo itinerarios educativos, ilusión y fortaleza para educar en estos tiempos en nuestras familias, colegios y comunidades: sea ámbito de comunión eclesial y de compromiso misionero en la educación de las nuevas generaciones.
Nuestra inmensa gratitud a Dios, que valiéndose de grandes personajes como nuestro Patriarca Loaces o San Pio V, hace 450 años movió, recién erigida la diócesis de Orihuela, a crear en ella una nueva Universidad Pontificia; gratitud a Él, porque siempre ha sostenido a nuestra Iglesia en la tarea de evangelizar y educar. Nuestra suplica a Él para que esta conmemoración sirva a este fin de proseguir en esta decisiva tarea. Y nuestra gratitud a todos los que han hecho posible este gran evento congresual, que deseo que sea para bien del compromiso de nuestra Iglesia diocesana en la evangelización y educación de las nuevas generaciones, tarea vital, decisiva, para el futuro de la Iglesia y de la sociedad.
Con mi afecto y bendición.
+Jesús Murgui Soriano. Obispo de Orihuela-Alicante.